Cosmética econatural vs. convencional

De donde viene la cosmética…
“Cosmos” es la antítesis del caos. Se refiere a un sistema armonioso, ordenado y en equilibrio. Se origina del término griego «κόσμος», que significa orden. Para los griegos antiguos el universo representaba ese orden y todo lo que es bello. Las palabras cosméticos y cosmetología tienen el mismo origen. Por ende todo lo que es armonioso, ordenado y está en equilibrio es también bello. Encontrar esa armonía, orden y equilibrio en la vida es lo que realmente nos hace bellos.
Con este fin nace la cosmética econatural, que nos une con la naturaleza en vez de separarnos de ella, y que tiene un enfoque integral en la producción de los cosméticos teniendo en cuenta todo el ciclo de vida de sus productos.
Los cosméticos en su origen tenían un sentido sagrado, eran un regalo de los dioses a los hombres. Se maquillaban los sacerdotes, a los muertos y hasta las estatuas que representaban a los dioses ya que llevar maquillaje era un símbolo de unión entre lo humano y lo divino. Pero actualmente, hay demasiados cosméticos en los que nos encontramos sustancias peligrosas para la salud. La alternativa es la cosmética econatural certificada.

Con este fin nace la cosmética econatural, que nos une con la naturaleza en vez de separarnos de ella, y que tiene un enfoque integral en la producción de los cosméticos teniendo en cuenta todo el ciclo de vida de sus productos.

¿Cuáles son las bases de la cosmética econatural?
Actualmente no existe en ningún país del mundo una definición oficial de cosmética ecológica y cosmética natural. Esta última, está elaborada a base de productos de origen natural, que son aquellos que no han sido modificados ni alterados durante si crecimiento y vida por seres humanos, la procedencia de sus ingredientes es de origen vegetal, no han sido testados en animales y no agreden a nuestra salud ni al medio ambiente.
Pero si queremos cosmética ecológica, todo esto no es suficiente. La cosmética ecológica (biológica u orgánica) es la que usa ingredientes naturales de procedencia exclusivamente ecológica. De modo que toda la cosmética ecológica es natural, pero no toda la cosmética natural es ecológica.

Siguiendo pautas del sector de los alimentos ecológicos, diversas entidades privadas empezaron a definir normas sobre lo que debería ser un cosmético ecológico y natural.
Así, hoy en día existen diferentes avales/sellos que certifican los cosméticos naturales y ecológicos pero básicamente todos velan por el cumplimiento de los siguientes principios:

  • Son productos cuyos ingredientes son al menos en un 90 % de origen natural. No contienen materias primas, especialmente compuestos químicos, sobre los que existen dudas sobre su inocuidad para el medio ambiente o la salud de las personas.

  • Las sustancias animales solo están permitidas si proceden de animales vivos, como ocurre en el caso de la leche, lanolina natural, miel, etc… y principalmente de animales cuidados con métodos de ganadería ecológica.

  • Las materias primas vegetales están permitidas siempre que sean auténticas, no procedan de especies protegidas o amenazadas, y no se cause ningún daño ecológico en su extracción o transporte.

  • Las materias primas minerales están permitidas siempre y cuando se usen por sus propiedades intrínsecas y en sus procesos de extracción no se genere contaminación.

  • Sus procesos de transformación y elaboración son respetuosos con el medio ambiente y las personas, es decir, se tiene muy en cuenta el proceso productivo.

  • Ni el producto final ni ninguno de sus ingredientes están testados en animales.

  • No se admiten ingredientes ni procesos que impliquen el uso de tecnologías controvertidas como organismos modificados genéticamente (OGM), nanotecnología o irradiación.

  • Los productos vienen en embalajes eco-responsables, reciclados o reciclables.

Y para nosotros, comprar ecológico tiene sentido si supone comprar productos locales o de cercanía en la medida de lo posible. Por eso hemos seleccionado una amplia gama de marcas españolas y en el caso de marcas extranjeras, las más cercanas posibles.

El mundo de la cosmética convencional
Esos argumentos que nos confunden…

  • “Lo que nos ponemos en la piel hace su función ahí, pero no afecta al organismo”. Tenemos tendencia a pensar que aquello que nos ponemos en la piel queda en el exterior y no afecta a nuestro organismo. Nada más lejos de la realidad. Muchos cosméticos además incluyen ingredientes agresivos pensados solo para favorecer su penetración en la piel. Y lo que penetra pasa directamente al torrente sanguíneo. Si no fuese así no existirían los medicamentos en forma de parche ni se venderían pomadas para tratar el dolor.

  • “Están en cantidades insignificantes”. Otro argumento recurrente para quitar importancia a la presencia de sustancias sospechosas de ser tóxicas es que se encuentran en proporciones muy pequeñas. Aun así, el problema es que entramos en contacto con ellas cada día y que algunas se acumulan en nuestro organismo pudiendo dar problemas de salud a largo plazo. Sin olvidar que las que tienen efecto como disruptores endocrinos actúan a dosis infinitesimales ¡muy por debajo de las concentraciones presentes en los cosméticos!

  • “Las empresas pasan unos controles de seguridad”. Si, pero sustancias cuya concentración está ya limitada por la normativa, cada vez están más en tela de juicio y a pesar de que su carácter nocivo está siendo rigurosamente demostrado, siguen sin prohibirse totalmente. Si es una evidencia que algunas de las sustancias permitidas para su uso en cosmética son tóxicas ¿Es seguro el “límite de seguridad” que marca la normativa para cosmética convencional?

  • “Si se vende no puede ser malo para la piel.” Mentira. Unido a lo anterior, la escasa transparencia existente, así como la permisividad de la normativa, increíblemente insuficiente, hacen posible que haya productos que puedan presentarse como más “naturales” de lo que son. Y en sus etiquetas (e incluso en sus fichas de seguridad) se consiente muchas veces que no se aclare casi nada acerca de su posible contenido real de sustancias conflictivas. Incluso, según denuncian algunos científicos que han estudiado estos temas, puede darse el caso de productos que digan estar libres de fragancias, por ejemplo y, pese a ello, contenerlas. Preocupante ¿no?

  • “Si pone natural o ecológico quiere decir que lo es”. No es suficiente, con frecuencia, que una empresa diga no usar unas pocas sustancias concretas, ni incluso, también con frecuencia, que afirmen emplear un porcentaje de materia prima “natural”, “ecológica” o “bio” (de poco sirve haber añadido algo “natural” en un complejo cóctel químico sintético de sustancias preocupantes). Últimamente, el crecimiento de la inquietud acerca de la presencia de algunas sustancias en los productos ha llevado a algunas empresas a promocionarse como libres de ellas.
    Cuidado porque determinar que un producto sea realmente ecológico y se haya hecho un verdadero esfuerzo para eliminar de su composición las sustancias preocupantes, es algo más complejo y no basta confiar en los reclamos publicitarios. Muchas veces, en el mejor de los casos esos ingredientes naturales pueden suponer una pequeña, más bien anecdótica parte en la composición final del producto, en el que realmente dominan los elementos de síntesis química.

  • “Tranquilo, es hipoalergénico”. Un producto por ser hipoalergénico, no significa que sea mejor que otro, ni inocuo, ni ecológico. Es un producto que ha sido testado en un grupo de personas, pero tampoco es seguro que vaya a ir bien para todo el mundo.

  • “El producto de farmacia es más seguro.” Mentira. No es más seguro, ni más sano que un producto ecológico (a veces incluso, la diferencia de un producto de farmacia con un cosmético convencional es imperceptible). Cada vez son más los médicos que recomiendan para el cuidado de la piel la cosmética ecológica frente a productos tradicionalmente vendidos en farmacias.

  • “Lo que compro en el herbolario es natural”. Cuidado, no siempre. La palabra “natural” en la etiqueta de un producto no significa que sea seguro, ni siquiera que sea natural. ¿Qué tiene de “natural” un producto con un cóctel de ingredientes que suponen un riesgo para la salud? Algunas empresas comercializan estos productos como “superiores” haciendo referencia a propiedades “naturales” y estar recomendados por médicos. Pero aún si fuese natural, ¿y si lleva restos de pesticidas sintéticos, insecticidas, fungicidas, fertilizantes químicos u hormonas? Por eso, ante todo elige ECO, ¡pero que esté certificado!

  • “La cosmética natural o ecológica es más cara” Nada más lejos de la realidad. Hay cosméticos ecológicos certificados a precios muy sorprendentes (incluso ya en los mismos niveles que cosméticos convencionales de precios bajos). Afortunadamente, cada día más hay productos econaturales asequibles a todos los bolsillos.

  • “A más caro más bueno.” Falso, sobre todo en el ámbito de la cosmética convencional donde encontramos productos industriales con precios astronómicos hechos con ingredientes baratos e insanos. Estos precios además son resultado de las abultadas campañas publicitarias que tienen detrás.

  • “Lo natural no es eficaz”. Buena parte de la publicidad exagera hasta límites incluso cómicos la eficacia de sus productos. En el caso de la verdadera cosmética econatural, no son necesarias publicidades estridentes, no solo la ciencia sino las personas que la usan corroboran cada vez más su eficacia y la mejora del bienestar y estado de la piel y salud a largo plazo.

Nuestra piel es semipermeable, es decir, permite que ciertas sustancias entren al cuerpo y retiene otras, por ello, los aceites naturales la traspasan muy bien, pero también derivados del petróleo, carburantes… Todo lo que absorbe la piel en cuanto a vitaminas, aceites, restos de ceras, sales minerales, etc., ha de estar acompañado de sustancias vivas, por ello la importancia de que sean compuestos naturales (afines a la piel) y no sintéticos totalmente ajenos a ella. Muchos de los ingredientes químicos al entrar en contacto con la piel pueden alterar sus funciones (como bloquear los poros, provocar irritaciones o alergias, entre otras cosas más graves).
La piel es el órgano más extenso de nuestro organismo y el más expuesto al mundo exterior: es la primera línea de defensa de nuestro organismo contra los elementos del mundo externo; por esto y muchas razones más, necesita el mejor de nuestros cuidados.
Existe un listado publicado en el Diario Oficial de la Unión Europea de más de 7.000 nombres para ingredientes de los productos cosméticos. Si tenemos en cuenta que bajo un mismo nombre pueden haber varios compuestos, podemos tener una idea de la cantidad de sustancias que podemos encontrar en los productos cosméticos y de higiene personal.
Estos productos nos acompañan cada día, desde que nos levantamos y nos lavamos la cara hasta que nos acostamos y nos lavamos los dientes o nos ponemos una crema hidratante en la cara. Por ello, que vamos a tener una relación tan “estrecha” con ellos creemos fundamental coger los productos más amigables para nuestra piel


Ventajas de la cosmética econatural frente a la industrial o convencional

  • No contiene sustancias peligrosas para la salud, en ningún porcentaje por lo que tiene un efecto más suave, menos agresivo que la cosmética convencional.

  • Cuida, protege y regenera la piel con eficacia. La cosmética ecológica y natural tiene una gran cantidad de ingredientes activos en su formulación. En ella, no hay ningún componente de relleno, para aportar o modificar la textura, el olor, o el color. Así pues, su efectividad es mucho más alta que en otros tipos de composiciones.

  • Se adapta mejor a las características de la piel por la mayor afinidad de sus componentes con nuestra epidermis, con ácidos grasos similares a los de nuestra piel y que además son metabolizados sin problemas.

  • Por ser sustancias naturales, estimulan la capacidad innata de la piel para regenerarse.

  • Salvo excepciones, está libre de efectos secundarios y no provoca reacciones alérgicas o infecciones al no contener colorantes y conservantes de síntesis (es decir, fabricadas en laboratorio principalmente a partir de derivados del petróleo y que pueden ser totalmente inventadas o imitación de alguna molécula natural), como sí ocurre en la cosmética convencional.

  • Es muy adecuada para pieles sensibles o propensas a desarrollar reacciones alérgicas por sensibilidad a algún compuesto químico.

  • No provoca trastornos hormonales ni otros trastornos de salud.

  • Si está certificada como ecológica, la que ante todo recomendamos, está sometida a unos estrictos controles de calidad y seguridad, que se ven en los sellos (que hay en los productos) de las entidades certificadoras.

  • En el caso anterior, tenemos la garantía de que las plantas que integran estos cosméticos se han cultivado sin usar herbicidas ni pesticidas químicos de ninguna clase.

  • En caso de ingestión accidental, como a veces ocurre con productos labiales, no suponen ningún riesgos de intoxicación.

  • Sus envases y embalajes están fabricados con materiales respetuosos que no dañan el medio ambiente y que pueden ser reutilizados o reciclados.

  • El precio de los cosméticos ecológicos ya no es un impedimento para adquirirlos. Cada vez hay más variedad de cosméticos ecológicos certificados a precios asequibles a cualquier bolsillo.